Los chicos de provincias tenemos muchas cosas bonitas que agradecer a Fabio McNamara y a todas esas rutilantes estrellas del ochentero universo madrileño. Ellos abrieron los ojos a golpe de tacón a una España adolescente que soñaba en color y fueron los responsables de que nos convirtiésemos en jóvenes perversos y olvidásemos para siempre lo gris, el seminario, la comodidad de nuestras vidas, nuestras insulsas amistades, nuestra anodina infancia y nuestro seguro futuro y nos lanzásemos de cabeza al torbellino pop y al atrayente mundo que surgía ante nuestros ojos.Fabio, con casi treinta años en el candelabro de la creación, todavía guarda una buena colección de ases en la manga que todavía sorprenderán incluso a los que creemos que ya lo hemos visto todo. Pocos como él han sabido alargar, con increíble creatividad y gracia, sus diez minutos de fama que por ley nos otorga el dios Warhol. Incluso si me apuráis, creo que aún no le han llegado y que lo mejor de Fabio está por venir.
El es el tacón de las aceras de Usera, siempre en el lado más wild del Madrid mitológico, la jefa de las Chochonis, la Sacerdotisa de Baal creadora de religiones. El es el artista ultraceñido más visionario, una máquina tragaperras, un Ave Fénix en perpetua resurrección merecedor de un Oscar por su freakshow particular, la musa del arte trash, y la Mata Hari de su propia movida. La señora de la limpieza de los más selectos servicios y el creador del Boogie Boggie, la única distribuidora Avon con el suficiente glamour para salir en El Caso, nuestro gurú, nuestro guía con mecanismo de mujer, el protagonista absoluto de todas las telenovelas. Los fans de Kiss le adoramos, los fans de Tass, nos ponemos chapas con su nombre, los vampiros le seguimos como el Drácula auténtico que es y sus deseos son ordenes que acatamos con placer.
El no es un clon: es el auténtico Rey del Glam y McNamara@genio.com, su correo electrónico.
SANTI REX
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